Ryūsei Kishida: una pincelada inolvidable de los períodos Taishō y Shōwa

Nacido el 23 de junio de 1891, en el distrito de Ginza en Tokio, Ryūsei Kishida fue un destacado artista japonés durante los períodos Taishō y Shōwa. Es reconocido principalmente por su detallado retrato de estilo yōga y su innovador trabajo de arte nihonga creado durante la década de 1920.

Kishida era hijo de Kishida Ginkō, un respetado periodista que una vez asistió a James Curtis Hepburn en la compilación de su diccionario japonés-inglés. Su viaje artístico comenzó en serio en 1908, cuando decidió dejar la escuela para estudiar arte occidental bajo la tutela de Kuroda Seiki en su estudio Hakubakai. Solo dos años después, las obras de Kishida comenzaron a aparecer en la exposición anual Bunten del gobierno.

La influencia de su maestro Kuroda es visible en las primeras obras de Kishida, caracterizadas por el estilo plein-air. Sin embargo, al hacerse amigo de Mushanokōji Saneatsu y su Shirakaba (Sociedad del Abedul Blanco), Kishida comenzó a experimentar con el fauvismo y el cubismo. Fundó la Fyūzankai (Sociedad Fusain) en 1912 para promover el humanismo y el postimpresionismo, aunque los desacuerdos internos llevaron a su desintegración después de solo dos exposiciones. A pesar de esto, Kishida se mantuvo firme y formó otro círculo, Sōdosha, en 1915, que incluyó al artista Kohno Michisei.

Para 1917, Kishida se había trasladado a Kugenuma, un barrio costero en Fujisawa, Kanagawa, cerca de la residencia de verano de su amigo Mushanokōji. Su arte también evolucionó, integrando técnicas de artistas renacentistas del norte de Europa como Albrecht Dürer y Van Eyck en retratos realistas, sin imitarlos directamente. Durante este período, creó sus famosas pinturas de su hija Reiko, que mezclaban magistralmente el realismo fotográfico con una decoración surrealista, encarnando un equilibrio armonioso entre la expresión y la técnica. Su obra de arte, Kiritōshi no shasei, pintada en el mismo período, presenta una representación realista de un camino a través de una colina. Pero era una escena universal, una representación que podría encajar en cualquier lugar, en cualquier momento, no un camino específico que Kishida observó y pintó.

En la década de 1920, Kishida encontró un renovado interés en el nihonga, inspirándose en el arte oriental, notablemente las pinturas chinas de las dinastías Song y Yuan, y las primeras pinturas ukiyo-e. Después de que su hogar en Kugenuma fue destruido por el Gran terremoto de Kantō de 1923, se mudó brevemente a Kioto antes de instalarse en Kamakura en febrero de 1926. Durante este período, también se hizo un nombre como historiador del arte, escribiendo numerosos artículos sobre estética y pintura japonesa.

En 1929, Kishida emprendió su único viaje al extranjero, patrocinado por la Compañía del Ferrocarril de Manchuria del Sur. Visitó Dalian, Fengtian y Harbin en Manchuria. De camino a Kamakura, hizo una parada en Tokuyama, Yamaguchi, donde trágicamente sucumbió a la uremia a los 38 años. Su lugar de descanso final es el cementerio Tama en Fuchū, Tokio.

Después de su muerte, la Agencia de Asuntos Culturales del gobierno japonés honró dos de las obras de Kishida como Propiedades Culturales Importantes Nacionales. En diciembre de 2000, su retrato titulado 'Reiko con un chal sobre sus hombros' obtuvo un récord de 360 millones de yenes en una subasta, marcando la oferta más alta jamás realizada por una pintura japonesa.


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